No apuestes, invierte

Cuando el mercado se enfría y empieza a caer suele ocurrir que muchos inversores pierden enormes cantidades de lo que tenían invertido y en no pocas ocasiones quedando además deudores de préstamos que habían pedido para invertir. Estas dolorosas situaciones pueden arruinar una vida y destruir familias.

Si has visto la película Entre pillos anda el juego (en ingles Trading Places), de Eddie Purphy y Dan Akroyd, recordarás la alocada escena en la que los traders negocian contratos de zumo de naranja en el mercado de futuros. El zumo de naranja, como el trigo, el oro o el petróleo, entre otros muchos son commodities (materias primas), que se negocian en estos mercados de futuros como el Chicago Mercantil Exchange.

Si no has visto la película te la recomiendo porque es muy divertida. Al final de este artículo te dejo el video con la escena que he mencionado (cuidado, que el vídeo hace spoiler).

Muchas personas cuando oyen hablar de invertir piensan en traders negociando a toda velocidad, comprando y vendiendo acciones, futuros, etc. en milisegundos. Hoy en día ni siquiera necesitas ir al edificio de la bolsa o llamar por teléfono para dar una orden de compra, directamente lo haces desde tu casa con el ordenador o el smartphone. Se trata de comprar con la idea de vender en unos minutos o días para obtener un beneficio.

En realidad eso no es invertir. Se llama trading, término inglés que suena muy bien en español, que se traduce como comercio o negociación y que se diferencia del término, también inglés, investing cuya traducción es inversión.

Cuando uno hace trading y compra una acción de una empresa para venderla al poco tiempo con beneficio (¡o pérdida!), normalmente no sabe nada de esa compañía. Ni cuál ha sido la evolución de sus ingresos en los últimos años, ni quién la dirige, ni cómo trabaja el equipo de gestión.

Supongamos que no existiera la bolsa y que queremos comprar un negocio o una empresa a su propietario. Tendríamos que valorar cuánto queremos pagar por ella, que flujos de caja genera, cuáles son los gastos e ingresos, quién lleva la gestión del negocio, cómo se sitúa esa empresa dentro de su sector. En definitiva, tendríamos que tener una visión clara de todos estos factores que van a influir en nuestra decisión, sabiendo que vamos a ser propietarios del negocio durante 5, 10, 15 o 20 años, porque cuando compras un negocio no es fácil venderlo pronto. No es algo que uno se tome a la ligera y decida en cuestión de segundos. De esto va la inversión.

Muchas personas hacen una investigación mucho más exhaustiva cuando compran una lavadora o un coche que cuando compran una acción de una empresa. Saben que esa acción siempre la pueden vender unos minutos o días después. El problema es que el movimiento de los precios de las acciones en el corto plazo, como en la escena de la película, es completamente aleatorio.

Por tanto, si compras acciones únicamente para venderlas al cabo de unos pocos minutos o días, no estás invirtiendo, estás apostando. Sencillamente, te estás subiendo a la montaña rusa del mercado.

El análisis debe ser la característica principal de la actitud de un inversor, actuando en cada caso como si fuera a comprar una empresa privada, como si fuera a ser su propietario durante muchos años, sabiendo que las circunstancias de la empresa pueden cambiar a lo largo del tiempo y que puede que tenga que vender antes de lo previsto. Ha de ser consciente de que toma decisiones para periodos largos de tiempo.

La liquidez instantánea del mercado de acciones puede llegar a ser tóxica para algunas personas. Creen que son inversores y están comprando compañías reales, pero en realidad están apostando. Cuando uno va al casino generalmente sabe el dinero que se puede permitir perder. Pero en la bolsa es diferente. Cuando uno empieza a hacer trading, especialmente cuando cree que está invirtiendo y se monta en una ola como la que hubo en 1999 o la que se produjo en 2020 a raíz de la última pandemia (ver gráficos debajo) le parece que ante cualquier decisión que toma obtiene una recompensa instantánea.

Indice S&P 500 1999-2003

Indice S&P 500 2020-2023

El proceso es el siguiente. Una persona compra una o varias acciones de una compañía de la que no sabe prácticamente nada, más allá de su ticker (código que identifica a la empresa en la bolsa) y si el precio de la acción empieza a subir probablemente compra más, incluso puede que compre a margen, es decir, pidiendo prestado. Todo ello pensando que está invirtiendo cuando lo que en realidad hace, pero no sabe o no reconoce, es apostar. Asume un gran riesgo y tiene suerte mientras sigue en la cresta de la ola, la del mercado fuertemente alcista. Sin embargo, cuando el mercado se gira y la ola desaparece lo que se suele ver es un montón de gente que ha perdido más de lo que invirtieron porque pidieron dinero prestado, empeñaron lo que no tenían. En este sentido la bolsa puede ser muy peligrosa, especialmente cuando no inviertes y apuestas.

Incluso el coste de equivocarte invirtiendo en fondos indexados, es mucho menor que entrar en el mercado como si se tratase de un casino. Los inversores que invierten en este tipo de fondos no suelen pedir dinero prestado para hacerlo. Van aportando periódicamente al fondo, con la idea de mantenerse invertidos 5, 10, 15 o más años. Quienes así invierten, por ejemplo en el índice S&P 500, no saben prácticamente nada de las 500 empresas de EE. UU. que lo componen, no conocen su valor, ni nada de su equipo de gestión. Quizás estén comprando esas empresas a un precio alto e incluso puede que no ganen dinero en los próximos 10 años, pero eso no es tan malo como perder el 80% o más de sus ahorros por apostar. Sin duda, no será tan excitante como el trading, pero sí menos dramático.


Fuente:

Vitaly N. Katsenelson (2023). Stop gambling, start investing. Youtube.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *