Cómo empezar a invertir con poco dinero

Empezar a invertir no es algo complejo. Como escribió Warren E. Buffett en su prefacio al libro de Benjamin Graham, El Inversor Inteligente“para invertir con éxito toda la vida no es necesario un coeficiente intelectual estratosférico, un conocimiento empresarial extraordinario ni información privilegiada”. No obstante, como continúa diciendo Buffett, sí será necesaria “una infraestructura intelectual” a prueba de emociones descontroladas que nos permita tomar decisiones.

Digamos, que más que la capacidad intelectual o económica del potencial inversor, lo más importante es su actitud, en la que destacaría tres rasgos principales, prudencia, disciplina y constancia. Hay otros rasgos o características, como la humildad o la paciencia que también son muy necesarios para tener éxito como inversor, pero en este artículo me centraré en los que considero básicos para empezar a invertir con poco dinero.

Hay que tener en cuenta que lo que más afectará al rendimiento de nuestras inversiones serán las oscilaciones del mercado. Estas se producen periódicamente y sin previo aviso. Por más que haya siempre analistas tratando de predecir el futuro lo cierto es que suceden de vez en cuando ciertos eventos que provocan grandes caídas o subidas en las bolsas. Las caídas suelen ser rápidas y profundas, mientras que las subidas o recuperaciones son más lentas y aunque a veces parezca que nunca van a tocar techo, llega un día en que se acaban y los mercados vuelven a precipitarse. Por esto, considero que la mejor manera de empezar a invertir es, en primer lugar y por encima de cualquier método o estrategia, desarrollar la actitud correcta.

Prudencia

La prudencia es algo muy importante en cualquier ámbito de la vida. Para acercarnos con prudencia a los mercados financieros es fundamental, antes de empezar a invertir, leer algo sobre la historia de la bolsa y sobre los productos o instrumentos financieros con los que vamos a comenzar a construir nuestra cartera de inversión. Podemos comenzar con un buen libro como el que he mencionado anteriormente, El Inversor Inteligente de Benjamin Graham, que aunque en algún momento su lectura se nos pueda hacer algo pesada, sin duda cimentará una buena y sólida base sobre la que ir asentando nuestro conocimiento en materia de inversiones. Leer nos permitirá conocer el “medio” en el que nos vamos a mover, que estará lleno de “cantos de sirenas» prometiéndonos un enriquecimiento rápido y sin apenas esfuerzo y también plagado de ansiosos “depredadores» dispuestos a llevarse un pellizco o incluso la totalidad del capital que queremos invertir. La prudencia y el sentido común son absolutamente necesarios cuando uno se acerca a los mercados financieros. Aquí viene muy bien recordar el refrán castellano que dice “nadie da duros por pesetas”, es decir, se prudente e intenta que nadie te venda siquiera la idea de que con un curso de 500 euros, por ejemplo, aprenderás a invertir otros 1.000 euros y en un año más o menos duplicarás o triplicarás esa cantidad.

Disciplina

Una segunda característica sería la disciplina, una disciplina con dos vertientes. Por un lado la disciplina del ahorro. Ganes poco o ganes mucho establece una cantidad a ahorrar cada mes, una cantidad fija o un porcentaje de tu sueldo. Normalmente una persona que cobra 2.500 euros puede prescindir de 250 euros y acostumbrarse a vivir todo el mes con los 2.250 euros restantes. Transfiere esa cantidad, inmediatamente después de cobrar tu sueldo, a una cuenta de ahorro o de inversión desde donde posteriormente contratarás los productos con los que vayas a invertir. Considera esa cantidad como tu primer “gasto” del mes y apártalo sin excusa siempre, nada más recibir tu nómina o tus primeros ingresos mensuales. Si eres disciplinado en esto poco a poco verás crecer tu inversión, aunque solo sea por las aportaciones periódicas que vas haciendo. Las oscilaciones del mercado se encargarán de ir variando al alza o a la baja cada mes el valor de tu cartera de inversión, pero como tú te encargarás de seguir aportando disciplinadamente todos los meses con el tiempo ese valor aumentará. Y, por otra parte, la segunda vertiente de la disciplina que menciono es la disciplina mental. Procura siempre mantenerte en la estrategia o método de inversión que hayas definido, intenta no ir cambiando frecuentemente siguiendo impulsos de noticias que te lleguen o de nuevas ideas de inversión que te ofrezcan. Ten disciplina de ahorro y disciplina mental.

Constancia

El tercer rasgo es la constancia que junto con la disciplina te ayudará a seguir “construyendo” en los momentos más difíciles. Cuando se produzcan grandes caídas en los mercados, cuando el pánico de muchos inversores los haga huir en desbandada malvendiendo sus inversiones, tú seguirás con tu plan. Cuando todo el mundo, aun los que sin saber nada de bolsa comenten lo peligroso que es invertir porque han escuchado en el telediario que la bolsa ha caído un tanto por ciento durante tantos días consecutivos, tú serás constante y, con esa disciplina mental que hemos comentado, mantendrás la suficiente calma y determinación para proseguir con tu método de aportaciones periódicas haciendo crecer tu inversión. Es precisamente en esos momentos en los que el mercado cae cuando se presenta la oportunidad de comprar a un precio menor y por tanto cuando vuelva a subir se obtendrá una mayor rentabilidad.

Estos tres rasgos de la actitud, prudencia, disciplina y constancia también los podemos considerar como si fueran hábitos a adquirir durante la vida del inversor. Podríamos decir que uno no nace con actitud de inversor, sino que esta se hace, se forma, se desarrolla. Como el atleta que entrena cada día independientemente de que haga buen o mal tiempo y que cuando llega el día de la competición está preparado para rendir bajo condiciones meteorológicas adversas. El inversor huye del ruido, prácticamente no necesita información diaria y precisa del mercado, simplemente se ajusta a su método, tanto cuando la bolsa sube como cuando hay una gran caída, porque sabe que si sigue realizando aportaciones mensuales el valor de su cartera irá aumentando con el transcurso del tiempo.

Una vez que conocemos como debe ser la actitud y el sencillo método de inversión descrito nos podemos preguntar ¿Y dónde o con qué instrumento puedo invertir esas pequeñas cantidades que ahorro cada mes? Aportarlas a un fondo de inversión, sería probablemente una de las mejores opciones que tiene actualmente el pequeño inversor particular.

El fondo de inversión es precisamente un instrumento ideal para empezar a invertir con poco dinero sin renunciar a una buena diversificación, concepto que desarrollaremos en otro artículo. Diversificar dicho vulgarmente es equivalente a no poner todos los huevos en la misma cesta. Por otra parte, los fondos de inversión permiten realizar pequeñas aportaciones periódicas, muchas veces desde 1 euro o incluso desde céntimos de euro. Por tanto, si quieres empezar a invertir con poco dinero y sin complicarte la vida, solo tienes que ocuparte de elegir un fondo que esté bien diversificado, como los que cito a continuación, que invierten globalmente en empresas de distintas características, sectores y zonas del mundo.

Por último, mencionar, que poco a poco y según vaya creciendo nuestra cartera podremos ir diversificándola aún más añadiendo otros fondos de inversión que incluyan acciones de empresas de otras características, áreas geográficas o sectores u otros productos en los que no esté invertido nuestro primer fondo. Para aprender más sobre fondos de inversión y consultar sus características, composición y estadísticas puedes visitar morningstar.es.

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